Alfanhuí tiene los ojos amarillos como el alcavarán. Era, de chico, amigo de los lagartos, pero también del gallo de una veleta que le enseñó muchas cosas sobre los colores. Después estudió con un taxidermista que tenía una criada que un día se puso verde y se murió. Alfanhuí es el espectador itinerante de hombres extraños pero reales. Él vive las aventuras sin inmutarse, adaptándolas a una cotidianeidad fantástica en la que lo estridente no existe. Entre andanza y andanza crece más sabio y quizás más triste. Lo que le interesa conocer no es la verdadera realidad, sino el ensueño que la envuelve, no es el mundo tal cual, sino la artificiosa fantasía de una ilusión. Con algo de Charlot y algo de Lazarillo, pero sin el aspaviento de don Carnal o la penuria del mísero, en los viejos pueblos y las polvorientas rutas que Sánchez Ferlosio magistralmente pinta, Alfanhuí, industrioso y andante, nos deleita.
Descripción
1987 Rústica. 19x11 cm. 229 pag.Leves roces.Nombre y fecha.
Utilizamos cookies propias y de terceros para obtener datos estadísticos de la navegación de nuestros usuarios y mejorar nuestros servicios. Si acepta o continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Puede cambiar la configuración u obtener más información desde su navegador Web.