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Un temperamento animal domina la poesía de Julio Trujillo. Algo de urgente y desbordado convive con una forma satisfecha de la mansedumbre, con la elementalidad de una mirada siempre dispuesta al goce. Sus movimientos pueden ser los de un rapaz al acecho, en pos de la menudencia de un asombro y entonces son cadenciosos y envolventes, o bien, en el momento...