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La abuela Soledad vivía sola como la luna. Un día llegó un perro triste y sin nombre, que escribía poemas, y le invitó a quedarse, y le llamó Compañía. Otro día llegó un gato triste y sin nombre, que escribía cuentos, y le llamó Alegría. Otro día llegó un ratón triste y sin nombre, que dibujaba con un lápiz, y le llamó Simpatía. Entonces mandó limpiar la...