El pintor mejicano Pablo Cossío, a las doce de la mañana, decide pasar sus doce últimas horas. Este artista famoso y desequilibrado vive un mundo absurdo: pide dinero a su amigo Carlos, estafa al banquero Custodio, compra una pistola y un ataúd, soporta exposiciones de pintores despreciables o lúcidos suicidas fallidos y, sobre todo, añora a Sonia Eriksson.La visión subjetiva e irónica de la realidad se da en primera persona: distorsiona el lenguaje, crea un idioma absurdo, analiza la esencia del arte, de Dios, de la c a u s a del suicidio... Sus brillantes teorías estéticas apuntan al surrealismo de Breton o el expresionismo de Diego Rivera, citados en el texto.
Descripción
Barcelona, 2001. Encuadernacion de simil piel,perfecto.21 x 13 cm.,
Utilizamos cookies propias y de terceros para obtener datos estadísticos de la navegación de nuestros usuarios y mejorar nuestros servicios. Si acepta o continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Puede cambiar la configuración u obtener más información desde su navegador Web.