Que GIla era uno de los grandes maestros universales del humor no ofrece duda alguna. Él consiguió que nos riéramos de hechos tan trágicos y absurdos como la guerra, cualquier guerra; armado tan sólo con un teléfono y su palabra, puso al descubierto las miserias del militarismo, satirizó la crueldad con que a veces tratamos a nuestros ancianos, parodió mejor que nadie el lado esperpéntico de la vida cotidiana y supo extender su ironía a todos los comportamientos humanos, a menudo tan irracionales.
Descripción
2004,rústica,precintado original.Edición de Planeta.
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