Daniel Ponce es un pintor metido a detective, o al revés. Es un cínico; no se casa con nadie, a no ser que haya dinero de por medio. Y lo seguirá siendo hasta que un importante industrial catalán, Jorge Puiggrán, acuda a él para que recupere los tres Picassos que le han robado antes de que el asunto pase a ser de dominio público. Todo sería mucho más sencillo si no hubiera un sospechoso improbable, si no hubiesen aparecido dos hermosas extranjeras asesinadas y si no existiera esa extraña red de artistas conceptuales de dudosa respetabilidad, que viven en medio de orgías interminables en las que disertan sobre la esencia de la creación.
Descripción
2006. 23 cm. 319 p. Encuadernación en tapa blanda con solapas.
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