Estas "notas de un vagabundaje" -palabras con que Cela subtitula su obra- no responden a la idea del libro de viajes clásico. El viajero -en este caso un vagabundo, y en este caso también el propio Cela- no nos "descubrirá" todo lo que ve, a la raya del Cantábrico, de río a río, como suele hacer un viajero aburrido o curioso. Para Cela, para el vagabundo sin nombre de su libro, es el itinerario de unas gentes y cosas con calor de humanidad. Podría ser, mejor aún, cualquier capítulo al azar, como un episodio completo, de la vida de un vagabundo que se echa las alforjas a la espalda y el alma al pecho para compartir con quien le salga al camino unas palabras aparentemente sin trascendencia y evidentemente llenas de paz.
Descripción
1976,rústica,leves roces.Expurgo biblioteca,sellos y códigos.
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